L'Inverno

Notar esa humedad y el rosa de tus labios que nunca se unirán a los míos es el viento acariciando las hojas de los árboles y su tronco observando inerte, sin mucho aspaviento una danza inútil y sinfín.

Son esas dos ramas balanceándose de izquierda a derecha el concepto del amor, en la mejor explicación visual que jamás haya encontrado; primero les hará bailar al unísono para que tiempo después entiendan que nunca se unirán; porque el viento se burlará de ellas, las moverá a su merced y les permitirá observar todo desde un ángulo privilegiado y cruel, porque entenderán que provienen de la misma tierra pero se alimentan de distinta raíz.

A su paso, recorrerá todos los árboles, desde los más enanos hasta los más triunfales pero eso si, cerciorándose que no le quede uno; todos recibiendo el mismo trato, despiadado, vacuo, fusilánime.

Generará miles de ondas en el borde del agua que serán hambre de tocarte, de clavar mi mirada en tus profundos ojos negros, para abrazarme a ti y deshacerte en pleno, para sentir cada una de ellas erizando mi piel, en mi excitado aliento, en una sonrisa placentera donde mis ojos forman corrientes de agua que en secreto recorren las entrañas de la tierra, hasta brotar a presión en el encuentro de miles de ductos y un destino común.

Pero son solo mis sueños amor hermoso, sombras que reflectan hojas en esta vereda solitaria, porque no puedo alcanzar tu mano para recorrerla juntos, porque ha llegado a mi encuentro (desprevenido y a oscuras), este invierno incierto plagado de sombras, tan falto de ti.