sabato, marzo 13, 2010

Cangrejos y Oceanos

Elvira era desalineada y escuálida, su cabello descuidado y su piel llena de pecas y manchas de sol, probablemente el no encajar en el cliché de la sociedad actual era la razón principal de su anorexia que, aunado a su aspecto físico le hacía parecer famélica.

A sus 28 años recordaba con cierta nostalgia los años en la universidad, donde conoció a Pedro, hace ya varios años atrás. Tras la convivencia larga entre ellos habían logrado establecer ese vínculo estrecho, casi rutinario en que el amor incondicional de él solo crecía en ella el sopor de una monotonía. Las presiones por parte de él en formalizar su unión solo aumentaban su hastío, a lo cual siempre contestaba con una negativa, una prorroga sin sentido acompañada de un gesto incómodo. Pero eran, ciertamente pretextos que Pedro en el fondo bien intuía. La realidad es que desvivía en atenciones hacia ella, a menudo postergaba compromisos con su familia para pasar por ella noche al trabajo y recogerla, satisfacer hasta el mínimo capricho, como en el cine, que siempre veían las pelis que ella escogía aun cuando Pedro detestaba las de humor barato.

Bien sabía que lo suyo con Pedro era comodidad. Una estabilidad que, por otro lado le ahogaba. Quizás en ningún otro sitio encontraba ese alivio como en sus encuentros furtivos en las escaleras de emergencia del trabajo, donde le encantaba correr el riesgo de ser descubierta entre la piel morena y el cuerpo atlético de Alberto, quien gustaba hacer a un lado el borde de su pantaleta para encontrar ahí su fuego secreto.

Fascinada por su aroma a tabaco mezclado con almizcle y esos pantalones de lino entallados, sostenidos por tirantes marrón que su esposa le había escogido. Disfrutaba esa rudeza, esa nula parsimonia. Le pedía que la golpeara contra la barandilla hasta dejarle moretones en el cuerpo. Huellas que Pedro no notaba, pues al igual que con el tema de matrimonio, siempre encontraba una tangente para evitar la intimidad entre ellos. Él lo sabia tan bien, pero no tanto como aquella noche en la terraza del hotel en Acapulco, donde cenaban en parejas con sus ex amigos de la facultad de filosofía y tras despedirse y regresar a su habitación Elvira apagó la lámpara del la mesita de noche y le dio la espalda, sin decir nada. Fue entonces, mientras que él se consumía en la ansiedad de sus deseos, intentando apagar sus anhelos entre sueños y sábanas de seda que Elvira partiría para siempre, pero eso solo lo sabría hasta el día siguiente.

Esa madrugada salió con una blusa holgada y pantalones cortos, la noche era fresca y estrellada. Cruzó el vestíbulo desierto del hotel hasta llegar a una playa sin luna, cubierta por estrellas. Nunca antes había experimentado tanta adrenalina y emoción, nunca sentido en su cuerpo más pasión.

Descalzó sus pies y caminó con la mirada fija y el paso firme. Supo al sentir la espuma del inmenso pacífico salado acariciando su piel, cubriendo cada vez más su cuerpo que no se equivocaba. Por primera vez en su vida se sentía completamente plena, llena de vida.
"

9 Commenti:

" Blogger marichuy ha detto...

Querido Tessitore

Me encantó este relato. Por un lado, Elvira era el nombre de mi amada abuela, quien por primera vez me llevó al mar, justo al Pacífico. Y por el otro, está mi personal fascinación por el mar, la sensación de plenitud, y al mismo tiempo abandono, que me genera. Libre y agreste, el mar condensa buena parte de mis fnatasías.

Me gusta el final abierto para esta historia de Elvira; no sabemos si el "irse para siempre", significa sólo irse del lado de Pedro; o si es un irse, irse de todo y de todos (quizá para reencontrarse con su esencia). Como sea, el mar encarna libertad, misterios, plenitud, principio y fin...

Te dejo un beso...
ah, por si un día tienes chance y ganas de leer, el link de un relato sobre este tema, que escribí hace tiempo para un blog colectivo.

http://escribidoresyliteraturos.blogspot.com/2009/09/olor-mar.html

marzo 13, 2010 10:34 AM  
" Blogger Marion ha detto...

Precioso relato!!!!

Valió la pena esperar tantos días a que aparecieras con un nuevo texto.

Coincido con Marichuy en que es muy interesante dejar el final de la historia, abierto, a la imaginacion de cada lector.

Veo a Elvira partida en dos, entre la antigua y ya monótona relacion con Pedro, y la exultante pasión hallada en Alberto, que tanto la colma pero también la desgarra, al no poder desprenderse de aquel a quien la unen años que al principio fueron buenos.
Incapaz de decidirse por lo que la hacía feliz hoy - ¿acaso sería igual mañana? - Incapaz de provocar tamaño dolor en aquel que a diario le manifiesta su profundo amor.- Opta por el final total, su propia desaparición, y que mejor entonces que dejarse abrazar por el maravilloso mar que la envuelve tiernamente para llevarla al refugio definitivo de la paz.

marzo 13, 2010 12:09 PM  
" Blogger Marion ha detto...

Lamentablemente no puedo disfrutar de la nueva música incluída, hasta el lunes pròximo que vendrán a arreglar audio descompuesto.
Imagino desde ya el deleite, te contaré después.

marzo 13, 2010 12:18 PM  
" Blogger Vulcano Lover ha detto...

Ay, querido... me haces recordar mis propios textos, que hace tanto que descuido... Me ha encantado.
A ver si nos escribimos y te cuento alguna cosa...
Besos.

marzo 15, 2010 1:08 AM  
" Anonymous Anonimo ha detto...

Me haces reconsiderar el volver a escribir un final abierto... es frustrante!
Pucha, caro. Esta era una faceta tuya que no conocia y me gusta mucho.
No dejes que se escape tu musa. Escribe.

marzo 16, 2010 12:33 AM  
" Blogger Unknown ha detto...

me has antojado el buscar alguna buena versión de Alfonsina y El mar….

marzo 16, 2010 11:35 AM  
" Anonymous mariana patagonia ha detto...

Hermoso relato... Por qué Elvira no podría aceptar y disfrutar el amor de uno y la pasión del otro? Aparentemente, lo tenía TODO en esos dos hombres,pero ella bien lo sabía: no tenía NADA.
TODO estaba en ella.Al final lo descubre.
Es un descubrimiento bien femenino, cuando se lo alcanza... Ah! no nos hace falta tanto afuera.

marzo 18, 2010 7:51 AM  
" Anonymous mariana patagonia ha detto...

Hermoso relato... Por qué Elvira no podría aceptar y disfrutar el amor de uno y la pasión del otro? Aparentemente, lo tenía TODO en esos dos hombres,pero ella bien lo sabía: no tenía NADA.
TODO estaba en ella.Al final lo descubre.
Es un descubrimiento bien femenino, cuando se lo alcanza... Ah! no nos hace falta tanto afuera.

marzo 18, 2010 7:51 AM  
" Blogger fgiucich ha detto...

Un relato muy bien estructurado. Una síntesis que atrapa. Abrazos.

marzo 20, 2010 7:06 AM  

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