martedì, aprile 15, 2008

KV626

Hay un momento en el día donde el movimiento cesa, el vaivén del tiempo cede ante los rieles oscuros que guían a grutas incrustadas en montes altísimos, guaridas inexploradas que forman grietas donde la luz del tiempo se cuela y revela los secretos escritos por el rey de tremenda majestad.

Seres oscuros que arrastran las manos sin hacer diferencia entre el calor de la sangre y el del frío piso de mármol negro, hacen una fiesta en un manantial lleno de ataúdes y cenizas.

Almas malditas atadas a cadenas que laceran sus cuerpos pestilentes, oprimidos, carentes de deseos, despojados de todo anhelo, llenos de virtudes bañadas en la sal de su propio llanto.

Excelsamente descrito por Mozart en su última obra (626 del catálogo de Köchel), donde sintetiza el fin de una vida plagada de carencias, excesos, y una aterradora muerte llena de dolor.



Aquel día, día de ira, reducirá este mundo a cenizas, como profetizaron David y la Sibila.

¡Cuánto terror sobrevendrá cuando venga el Juez a pormenorizar todas las cosas con estricto rigor!

La trompeta, esparciendo un maravilloso sonido por todos los sepulcros del mundo,
reunirá a todos ante el trono.

La muerte y la naturaleza quedarán estupefactas cunado resuciten las criaturas para responder a su juez.

Saldrá a la luz el libro escrito que todo lo contiene, por el que el mundo será juzgado.

Cuando al Juez le parezca oportuno, todo lo oculto saldrá a la luz; nada quedará impune.

¿Qué podré yo, desdichado, decir entoces? ¿A qué protector invocaré, cuando apenas los justos están seguros?

Rey de tremenda majestad, que salvas gratis a quienes van a ser salvados, sálvame, fuente de piedad.

Recuerda, piadoso Jesús, que soy la causa de tu camino, no me pierdas aquel día.

Buscándome, te sentaste cansado;
me redimiste padeciendo muerte de cruz;
no sea vano tanto esfuerzo.

Juez que castigas justamente, hazme el regalo del perdón antes del Día del Juicio.

Gimo como un reo, se enrojece mi rostro por el pecado, perdona, Dios, a quien te implora.

Tú, que absolviste a María y escuchaste al ladrón, también a mí me diste esperanza.

Mis ruegos de nada valen, pero tu que eres bueno haz misericordioso que no me queme en el fuego eterno.

Dame un lugar entre las ovejas y separándome de los cabritos colócame a tu diestra.

Rechazados ya los condenados,
y entregados a las duras llamas,
llámame con los bienaventurados.

Suplicante y humilde te ruego,
con el corazón casi hecho ceniza:
toma a tu cuidado mi destino.

Día de lágrimas será aquel
en que resurja del polvo

el hombre culpable para ser juzgado.
¡Perdónale pues, oh Dios,

Piadoso Señor Jesús¡Dales el descanso!

Etichette: , , ,

"

3 Commenti:

" Blogger Unknown ha detto...

Siempre me han atraído estos poéticos relatos del ultimo momento, este es maravilloso, gracias por dejárnoslos..un abrazo de mi cuerpo y mi alma a la tuya.

aprile 17, 2008 12:07 PM  
" Blogger Addalina ha detto...

Hermoso verdaderamente...
Un abrazo enorme.
Besos de hadas.

aprile 17, 2008 2:59 PM  
" Blogger Addalina ha detto...

Dies Ireae, dies illa,
solvent seaclum in favilla,
Teste David cun Sibylla.
Quantus tremor est futurus
quando Judex est venturus
Cuncta stricte discussurus.

Sabes? una de mis obras favoritas es el Requiem de Mozart y el Dies Irae se me hace una de la más sorprendentes.
Quizá por eso en esta puesta en escena de la obra musical me llama la atención precisamente la escena de las Visiones Míticas de Teresa, por la forma en que se ha representado y porque queriendo enfatizar esta ira entre el bien y el mal, hay un tema con la letra del Dies Irae.

Besitos cariño, gracias por rica visita.

aprile 18, 2008 4:11 PM  

Posta un commento

Iscriviti a Commenti sul post [Atom]

<< Home page