lunedì, aprile 21, 2008

Aurea 415



De tiempos, interpretaciones, sensaciones confusas, emociones encontradas, fibras inamovibles, lágrimas inexorables, tenues vibraciones de electricidad que erizan la piel y descalzan los pies permeando humores, madurando el alma, haciéndola parte de la maravillosa historia del arte.

Este fin de semana tuve la fortuna de asistir al Museo Nacional del Virreinato en Tepozotlán, antiguamente uno de los colegios jesuitas más importantes de la Nueva España y una de las obras barrocas del siglo XVIII más importantes del continente americano.

Rodeado por enormes retablos y hermosas estofadas con hojas de oro llenas de figuras católicas llegó la orquesta para deleitarnos con la voz del tenor Flavio Becerra y la soprano María de Jesús Cárdenas al frente de "Aurea 415", agrupación dedicada a la interpretación de música novo hispana / virreinato, conformada por dos violines, flauta de pico, violonchelo y clavecín.

Obras de Juan Hidalgo, Manuel de Sumaya, Ignacio Jerusalem y anónimos del siglo XVII-XVIII en piezas como "Alegres luces del día" o "Beata est Virgo María" que por el retraso cultural de aquella época de pronto se antojaban más renacentistas que barrocas llegaron para formar parte de mi memoria con ese grato momento parte de la riqueza cultural de este país y de compositores mexicanos que forman ya, parte de mi.

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martedì, aprile 15, 2008

KV626

Hay un momento en el día donde el movimiento cesa, el vaivén del tiempo cede ante los rieles oscuros que guían a grutas incrustadas en montes altísimos, guaridas inexploradas que forman grietas donde la luz del tiempo se cuela y revela los secretos escritos por el rey de tremenda majestad.

Seres oscuros que arrastran las manos sin hacer diferencia entre el calor de la sangre y el del frío piso de mármol negro, hacen una fiesta en un manantial lleno de ataúdes y cenizas.

Almas malditas atadas a cadenas que laceran sus cuerpos pestilentes, oprimidos, carentes de deseos, despojados de todo anhelo, llenos de virtudes bañadas en la sal de su propio llanto.

Excelsamente descrito por Mozart en su última obra (626 del catálogo de Köchel), donde sintetiza el fin de una vida plagada de carencias, excesos, y una aterradora muerte llena de dolor.



Aquel día, día de ira, reducirá este mundo a cenizas, como profetizaron David y la Sibila.

¡Cuánto terror sobrevendrá cuando venga el Juez a pormenorizar todas las cosas con estricto rigor!

La trompeta, esparciendo un maravilloso sonido por todos los sepulcros del mundo,
reunirá a todos ante el trono.

La muerte y la naturaleza quedarán estupefactas cunado resuciten las criaturas para responder a su juez.

Saldrá a la luz el libro escrito que todo lo contiene, por el que el mundo será juzgado.

Cuando al Juez le parezca oportuno, todo lo oculto saldrá a la luz; nada quedará impune.

¿Qué podré yo, desdichado, decir entoces? ¿A qué protector invocaré, cuando apenas los justos están seguros?

Rey de tremenda majestad, que salvas gratis a quienes van a ser salvados, sálvame, fuente de piedad.

Recuerda, piadoso Jesús, que soy la causa de tu camino, no me pierdas aquel día.

Buscándome, te sentaste cansado;
me redimiste padeciendo muerte de cruz;
no sea vano tanto esfuerzo.

Juez que castigas justamente, hazme el regalo del perdón antes del Día del Juicio.

Gimo como un reo, se enrojece mi rostro por el pecado, perdona, Dios, a quien te implora.

Tú, que absolviste a María y escuchaste al ladrón, también a mí me diste esperanza.

Mis ruegos de nada valen, pero tu que eres bueno haz misericordioso que no me queme en el fuego eterno.

Dame un lugar entre las ovejas y separándome de los cabritos colócame a tu diestra.

Rechazados ya los condenados,
y entregados a las duras llamas,
llámame con los bienaventurados.

Suplicante y humilde te ruego,
con el corazón casi hecho ceniza:
toma a tu cuidado mi destino.

Día de lágrimas será aquel
en que resurja del polvo

el hombre culpable para ser juzgado.
¡Perdónale pues, oh Dios,

Piadoso Señor Jesús¡Dales el descanso!

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