sabato, novembre 28, 2009

El río del tiempo

"A quienes yo más he querido
es a mi abuela Raquel Pizano, y a mi perra bruja.
A mi papá también lo quise mucho, pero... mi papá a final de cuentas.. es culpable,
por haberme encartado con la vida. La vida es un encarte, la vida es una desgracia.

Las personas que yo quise y que murieron, me jalan todos los días hacia la tumba.
Es muy difícil seguir sin ellos.
La única forma que tengo... para seguir viviendo, es olvidarlos.
Ya los borré definitivamente, con el río del tiempo."

http://www.youtube.com/watch?v=UjY7A-awzGM

Fernando Vallejo.


Estoy por terminar la primera parte de cinco libros autobiográficos de Fernando Vallejo llamado "Los días azules", de la serie el río del tiempo.

La primera vez que supe de este portento fue en un restaurante de La colonia Condesa, en vísperas de año nuevo. Mi pareja me regaló su último libro "La puta de babilonia" y ahí en una mesa escuchándolo a él tocando para mi las variaciones de Goldberg de Bach lo hojeaba como quien busca una estrella.

La puta de babilonia (como Vallejo describe a la iglesia católica) es un compendio antológico de la serie de atrocidades y asesinatos que dicha religión ha cometido a lo largo de la historia, una fuertísima y bien documentada crítica que prueba el mayor invento de la misma: cristoloco, cristorabioso. Ahora la verdad es que no me apetece escribir sobre eso que merece un tema aparte, refiero al primero: Los días azules.

Plagado del sarcasmo y ternura paradójicos que caracterizan a mi amado Vallejo, en este describe su infancia en una finca cercana a su Medellín, Colombia: La finca "Santa Anita", su amada y entrañable abuela de ojos claros y profundos, la blancura de su pelo como la nobleza de su alma. Los paisajes verdes, los naranjos, los platanares, los ríos enormes, las montañas verdes, el aire fresco, los caminos llenos de veredas.

Sus andanzas en el viejo jeep, sus primeros días en Bellas Artes y tempranos encuentros con Scarlatti. De una forma conmovedora con ese don de pocos de narrar y hacer del uso de las palabras un arte, nos hace revivir de su mano sus encuentros con sus tíos, sus andanzas con sus hermanos pequeños corriendo por las oscuras veredas del pueblo en navidad, persiguiendo globos incandescentes en el cielo.

Yo me identifico tanto con él, porque sé que seguimos anclados en la nada, girando en una pelota que flota en la nada y a la nada vamos.

Porque al igual que él, camino entre muertos y a los muertos he de ir a dar.

Porque cuando dice las palabras antesala de este texto, se me corta la voz al ver que se quiebra la suya.

Porque sus días azules me llevaron ipso facto a cuando yo tenía 10 años y el cuerpo aun no podrido de mami aguardaba su pedazo de tierra y la loca de mi abuela aullaba. A cuando pastoreaba las ovejas de mi padre por el cerro del pueblito que me vio crecer y de pronto el cielo se hacía gris y con el venía la lluvia en forma de tormenta. Mis ovejas y yo, juntos atajándonos del vendaval bajo un arbolito donde yo aprendía inglés con un diccionario usado. A cuando iba con papi a raspar los magueyes. ¡Papi! yo cuando grande quiero más que una casa y un coche bonito, papi quiero más que eso. Y su mirada de papi se desviaba sin saber que decir.

Y yo me pregunto: si alguien tan realizado como mi Vallejo que ha estudiado artes en Roma, Idiomas, erudito biólogo, pianista concertista, cineasta, escritor inmaculado; dice que la vida es una desgracia, ¿que nos queda a los que luchamos por realizar una ínfima parte de todos esos logros?

¿Qué nos queda?

Mientras termino este texto, apago el ordenador, apago la luz, y duermo con los días azules en mi pensamiento.

Porque tras esa mirada iracunda y esa voz enérgica y fiera, se esconde aquél niño de la finca Santa Anita, que nunca se fue.

_._

"No volveremos a bañarnos en las aguas del mismo río". Heráclito.

Etichette: , , ,