El bosque de los suicidas
Armonizado por el Nocturno opus 9 nº 2 de F. Chopin hago un recuento de mis bosques...
Siempre he adorado los bosques, bosques de verdes intensos que me brindan la claridad y lucidéz para pensar, bosques rojizos de otoño que me brindan la fuerza necesaria para abrigar el alma y prepararla para el invierno, bosques habitados por seres despojados de deseos cuya felicidad es la propia existencia y es en ella misma que estriba su verdad absoluta.
Bosques que acallan para brindar remansos, bosques que reviven mi alma con neblina en la mañana que cuando toca mis mejillas se convierten en gotas que me hacen sentir tan feliz de estar vivo, que me brindan tantos motivos para no mirar hacia atras, para encontrar esa felicidad que tanto persigue incansable y voraz el ser humano.
Bosques obscuros llenos de estrellas vacilantes que cuando los ves te es imposible alejarte de ese olor a brasas incandescentes y olvidar que el sol aparecerá al día siguiente, para seguir quemando la piel, para asfixiar el aire y dar paso a ese ciclo serpenteante que encontramos apaciguado en el remanso de la cotidianeidad.
Y es en otros como hoy, que vienen a mi mente bosques que desconozco y que me aterran, pero que por ahora solo ellos brindan la esperanza de un amanecer donde la humanidad tiene sentido, donde Al Gore se equivoca, donde el amor si existe, donde mi costal de piedras se va al fondo del mar con una cuerda atada a un enorme "steinway & sons" negro, clásico, flamante; que nunca dejaré de amar.
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Luego de que ambos poetas rodeasen el Flegetón con la ayuda de Neso, entran en un frondoso bosque de árboles nudosos, y habitado por arpías. Mientras avanzan, Dante escucha lamentos por todos lados, creyendo que son los pecadores que se ocultan en el follaje. Adivinando su equivocación, Virgilio le aconseja cortar la rama de un árbol, acción que Dante realiza, y que conlleva la molestia del propio árbol, quien le increpa por su falta de piedad.
En efecto, los pecadores de este círculo, son los suicidas, y su castigo, es ser convertidos en árboles y picoteados por las arpías. El árbol con quien los poetas conversan, es Pier della Vigna (poeta y ministro de Federico II Hohenstaufen), quien narra su historia, agregando que, al llegar la hora del juicio final, los suicidas serán las únicas almas que no volverán a entrar en sus cuerpos humanos. La consecuencia de haberse quitado voluntariamente la vida, será arrastrar sus cuerpos hasta este bosque, y colgarlos de sus propias ramas.
En esto se encuentran, cuando aparecen las almas de dos hombres, escapando de un grupo de perras negras. Uno de ellos se esconde tras un arbusto, siendo encontrado inmediatamente por las bestias, y despedazado violentamente. Una vez que han desaparecido las perras y la segunda alma fugitiva, Dante y Virgilio se acercan al arbusto para conversar con el.
La divina comedia (Infierno) - Alighieri 1304.